Del rock pop, a lo festivo y a lo melancólico, a las metáforas y a las letras directas, aparece el artista con nueva producción. Cantante, compositor, músico y productor, Beto Cuevas presenta su primer disco como solista, Miedo Escénico, el cual estará a la venta desde el 23 de Septiembre.
El trabajo auditivo de Beto ex vocalista de la banda chilena La Ley, presenta creaciones como “El Cínico”, “Háblame”¨, “Un Minuto de Silencio” y “Vuelvo”, siendo este último el primer sencillo promocional que se estrenó en radio a principios de agosto.
Los esquemas de color que le dan vida a la carátula de Miedo Escénico son tal como las canciones que integran el primer disco como solista de Beto Cuevas: contrastantes.
Del violeta al verde y del rojo al blanco, que surgen en el negro intenso de la portada del álbum del cantautor chileno, hay historias sugeridas, vividas, prestadas, acondicionadas y añoradas.
“La carátula es como una reflexión gráfica de lo que hice y lo que hay en el interior. Muchas personas se ven reflejadas en las canciones que escuchan de mí y así los dos contamos historias, las vivimos”, cuenta Cuevas.
El artista, quien se dio a la tarea de componer, producir y tocar en sus nuevos temas, también se involucró en el concepto visual, en su papel de diseñador gráfico. Quiso que la gente viera en la que es su carta de presentación un marcado contraste de emociones y reflexiones entre las composiciones que se tardó alrededor de tres años en tenerlas listas para darlas a conocer.
Relatos humanos, ligeros, sencillos, fuertes, pesados, intensos o apasionados, son eso, para el cantautor que en septiembre cumple cuarenta y un años: relatos. Nada autobiográfico, aunque quizás, algunas anotaciones personales.
“La obligación de un artista es observar, y viendo, analizando, encuentras historias, relatos, ahí se quedan y así las doy”. No cuenta nada de su vida personal ni de su relación de pareja ni de su familia. Eso es punto y aparte. No tiene por qué ventilarlo.
Miedo Escénico le dio la oportunidad de hacer algunas analogías a Beto Cuevas sobre algunos aspectos personales de su vida cotidiana pocas veces contados, como el baile.
Por eso, en esta composición, que es para él personal y profunda, se dio la oportunidad de recurrir a las acciones de sus dos pies izquierdos cuando intenta bailar. No tiene gran habilidad para hacerlo, pero entre acciones corporales y coreográficas, le sale algo.
Sí, algo así como un estilo cumbanchero, casi reggaetonero, en los más puros instintos del rockabilly que le dieron noción de lo que quería: algo muy movido.
“Nunca en mi vida he sentido que sea bueno para bailar y no lo he hecho, pero con esta, me dediqué a hacerlo… con un par de tequilas encima saqué al rockero que todos llevamos dentro, me transformé en Elvis por unos instantes. Bueno, hasta bailé cumbia… es una respuesta a lo establecido, a lo que no nos gusta y no cambiamos.
Bailé y me inspiré para hacer esta canción.”
Beto Cuevas afirma que está seguro, y consciente, de que las canciones, cuando las interpreta o las pone en un disco, se vuelven del dominio popular porque la gente entra en su frecuencia y las adopta, o se las roba, o las toma prestadas permanentemente, o las usa y las tira, pero al final, las posee por completo, aunque sea por instantes.
Así, consciente de esto, presenta, en versión casi acústica, más no formal, “No Me Queda Nada”, una de las baladas más inspiradoras de su nuevo mosaico melódico-auditivo. - “Si crees tenerlo todo y piensas que la búsqueda ha terminado, te olvidas de lo sustancial”, asevera con una naturalidad que podría asustar. Está convencido de lo que dice, y al releerlo te darás cuenta de la razón. “El trato que le damos a la naturaleza nos ha puesto en jaque porque la tecnología avanza y el ser humano cree que crece.
Pero en realidad vamos en retroceso, en todos los sentidos. Ganamos algo, perdemos algo. Es la ley de la vida, si lo tenemos todo, no tendríamos una razón de seguir viviendo”.
Luego le siguen las relaciones de conflicto permanente, que no necesariamente es bélico, pero que sí es románticamente peligroso.
Las parejas que se matan con palabras y que se curan con besos y caricias. Aunque claro, reviven con sus propias heridas. “Algo”
“Haría falta definirnos como algo, y definir ese algo que todos tenemos y que damos, que nos engancha y nos empuja a darnos con algo. Hay algo en tu cara, en tus besos, en tus caricias, hay algo que no puedo dejar de mí… está ese reconocimiento ante ciertas personas que nos pone de cabeza… el algo inexplicable, el algo… es algo”.
“Haría falta definirnos como algo, y definir ese algo que todos tenemos y que damos, que nos engancha y nos empuja a darnos con algo. Hay algo en tu cara, en tus besos, en tus caricias, hay algo que no puedo dejar de mí… está ese reconocimiento ante ciertas personas que nos pone de cabeza… el algo inexplicable, el algo… es algo”.
“Tú y Yo”, describe Beto, es la relación íntima y más profunda de una pareja y “La Historia que Nunca Vamos a Contar” es un ejercicio poético con mucho antagonismo en una relación de dos.
Casi al final del disco aparece un cuento en el que desviste un par de reflexiones más y en la que retrata, fija y directamente, su percepción de lo que significa cargar lastres innecesario, razones caducadas, sentimientos sobrecargados, pensamientos pesados: “Mi Única Verdad”.
“Hay tantas cruces que vamos arrastrando por miles de razones que la vida la hacemos tan pesada que deberíamos pensar en desprendernos de ellas con el simple propósito de ser más ligeros”.
Beto, quien fungió como director cierto del video de “Vuelvo”, cierra Miedo Escénico con “Mañana”, una creación melancólica en la que se abre a la posibilidad de aceptar que extrañar no es signo de debilidad sino de humanismo. De que se puede perdonar, de que se puede seguir amando, de que puede haber más relaciones sin temor a volver a empezar, a volver a fracasar, a volver a levantarse.
Así es el Miedo Escénico de Beto Cuevas, el cual está dispuesto a compartir y a aminorar contigo…
Terra Colombia / Warner Music
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